JULIÁN TERÁN, cuando la poesía se encarna en la piel.

Este joven intérprete y compositor, nació en La Plata pero de chiquito se fue a vivir a San Miguel del Monte (Provincia de Buenos Aires) y más tarde su pasión lo llevó a Capital Federal a estudiar arte. En esta entrevista exclusiva realizada en la Plaza de Godoy Cruz, descubrimos un poco a Julián Terán, quien ya está firme en su corta carrera como músico.

Tuvimos la grata oportunidad de conocerte en Potrerillos, decinos qué sensación te deja Mendoza y si te llevás algo del folklore de la provincia.

No sé si me llevo mucho del folklore porque ya traía en realidad mucho del folklore, soy bastante entusiasta de la música cuyana. Lo que sí me llevo es la experiencia esta de haber tocado en Potrerillos, que fue algo improvisado porque se armó en ese mismo día y fue un recital muy especial. Mis compañeros de viaje me lo han dicho, por la generosidad de la gente que estaba presente, aunque éramos pocos en vez de ser un recital donde la gente escucha, aplaude y se va, se armó un debate posterior y discusiones varias, eso fue interesantísimo.

Ahí la gente se quedó sorprendida cuando te escuchaba, porque veía que con un estilo propio bastante característico, bastante particular, no te salías de la lógica del folklore, que por ahí muchas de las nuevas generaciones piensan que marcar una particularidad supone salirse de esa lógica. ¿Cómo conjugás eso y cuál es el concepto de música que vos querés transmitir?

Yo creo que la gente por ahí logra atravesar eso y llegar a ver algo muy claro porque es mi intención justamente eso, que la música sea un canal muy directo, muy claro, y donde lo folklórico está creo que puesto desde un lugar… desde lo musical está en la raíz casi. Yo consideraría al folklore en la raíz, desde un lado muy intuitivo, muy sin estudio, con mucha crudeza, con mucha cosa directa, sin nada de rebusques ni nada de la sapiencia de la música ni del estudio concienzudo de algo, sino como algo muy directo. Ahí también es donde entra la parte personal mía, de lo que yo le meto, de lo que yo considero que es folklore. Pero yo creo que lo más directo está, que lo más claro está en la forma de interpretar eso, de cómo yo me muestro delante de la gente con la guitarra, no cantando ni tocando de la mejor manera –no quiero decir que lo haga mal tampoco-, es algo bien sincero. De ahí que también vienen varios de mis referentes del folklore que son músicos que tienen esa forma también. Desde Yupanqui, Violeta Parra, o sea, nunca vas a escuchar una orquestación detrás, y esa es la manera que ellos tienen de mostrar sus canciones. Después justamente el folklore se encarga de que esas canciones se conviertan después en… y llenarlas de adornos y de riquezas, en todas la versiones que se hacen. Ahí es donde se enriquece algo. Pero me parece que el folklore como materia prima tiene que ser ya algo directo.

¿Qué tipo de canciones o de melodías forman parte de tu repertorio. Qué es lo que más te gusta hacer?

Bueno, ahí es donde yo siento que estoy en falta con la música cuyana, que todavía en mi repertorio no ha entrado porque no he sabido encontrarle todavía la vuelta. No he mamado tanto la música cuyana como para poder darle la vuelta que necesito para hacerla mía. En cambio con la zamba, zambas tengo varias. Que no tienen la estructura clásica de zamba, o sea… una vez recuerdo que había tocado en un lugar y presenté un tema que incluía la palabra zamba en el título y cuando terminé… “¡eh pero eso no es zamba, eso no se puede bailar!”, bueno, qué se yo, tiene un aire a zamba. Entonces bueno, con esos aires que yo busco y que encuentro, creo que el de la zamba es el más cercano, el que fluye más naturalmente en mis canciones.

¿Y qué otros? Porque tocaste varios estilos en el recital de Potrerillos.

Tengo un par de bagualas también, ahora estoy terminando un disco que se va a llamar Litoralísimo. Seleccioné seis canciones que son experiencia de viajes que he hecho por Misiones, Chaco, Corrientes, y todas tienen un poquito ese aire. Por ahí alguna que es un poquito un chamamé sin llegar a serlo, otra tiene como esa cadencia del rasguido doble. Y también introduje un poquito de sonoridad misma también, no solo en la forma musical, sino que compartí también con un músico que toca el acordeón, hay un cuatro venezolano también. Entonces ya hay un poco también de búsqueda de sonido. Y las letras también hablan mucho del aire del lugar. La palabra Paraná aparece en varios lados. Y después, volviendo a otras músicas que hago, por ahí surgen aires de chacarera, de vidalas.

En cuanto al contenido de las letras que vos hacés, ¿en qué te inspirás, cómo llegás a eso, qué buscas transmitir?

No sé si hay una búsqueda de transmisión de algo, porque por ahí las letras que son más apuntadas a algo son siguiendo la forma musical que me invita a tal cosa. Por ejemplo, algunas de estas letras que hice con este aire litoraleño como que me gustaba también jugar con la idea del río, con la idea del calor, del aire de ahí. Pero en muchas otras letras en realidad son como experiencias personales, sentimientos. Algunas son bastante crípticas igual, así que no es que esté buscando transmitir nada.

¿Sos de pensar en hacer canciones con algún contenido social, más profundas?

En realidad sí, eso es algo que me interesa porque es algo que todavía no he llegado a lograr del todo porque, justamente, nunca busco nada artificialmente, trato de que eso se empiece a manifestar solo. Entonces, para llegar a eso, a este tema del compromiso social, lo cual me interesa mucho, no se me hace piel en la poesía digamos. Eso está más en el ver crítico sobre ciertas cosas, en las conversaciones, en las charlas, pero no ha llegado a manifestarse en la poesía. En algunas sí, en un par de canciones nuevas. En una del disco nuevo, en un tema que se llama San Pedro Pescador, que es un barrio de ahí del Chaco en el cual estuve conviviendo con la gente y que tienen una lucha muy fuerte para que les construyan un murallón en el río, entonces la letra sí habla un poco de eso. Después tengo otras dos canciones que hablan del Paraguay que tienen sentido social pero con un retraso en sentido social histórico, porque son como cosas muy fuertes de la guerra con el Paraguay. Pero creo que todas esas cosas necesitan maduración. De ahí mismo también que cuando te hablo de la música cuyana se que, como a mí no me gusta apurar ningún proceso, se convierte en algo artificioso que no es algo sincero. Creo que las letras necesitan ese tiempo. Las letras que yo voy haciendo se nutren de pequeñas anotaciones o por ahí dejo que la canción y la melodía misma me hable, y salen palabras que después terminan convirtiéndose en canción.

¿Cómo ves vos el folklore argentino hoy? Si tuvieras que ser duro o tuvieras que reconocer aspectos buenos…

Primero tengo que aclarar que no conozco realmente… o sea, conozco mucho pero no estoy muy metido en ningún ámbito folklórico con lo cual mi mirada es un poco de afuera. Pero sí trato de internalizarme con muchas cosas. Y lo que veo, yo trato de buscar las cosas que me interesan, y mucho de lo que se denomina folklore hoy en día son cosas que yo desecho. Lo que me interesa del folklore hoy en día es que hay muchos compositores que están componiendo desde el mismo lugar que estamos charlando de este lado digamos. Componiendo desde un lado personal y muy sincero, sin nada de búsqueda, que se tiene que transformar, como ha pasado tiempo atrás que simplemente se cambió la sonoridad de ciertas cosas donde en vez de tener una guitarra criolla ya hay una guitarra eléctrica y un bajo pero las formas siguen siendo las mismas. Lo que generaban era más ruido, como más peso en los acentos bailables, con la batería, pero ahí no hubo un cambio en lo que se llamó nuevo folklore hace unos diez años atrás. Eso no tenía nada de nuevo, lo que tenía de nuevo era cambiarle el ruido, hacerlo más sonoro, hacerlo folklore de estadio.

¿Y desde afuera cómo ves vos el folklore cuyano?

El folklore cuyano yo lo empecé a conocer hace mucho tiempo. Yo tengo unos amigos de mi pueblo, dos amigos de la infancia, que tenían un dúo folklórico que se llamaba Los Del Monte –yo soy de Monte, ese es mi pueblo-. Después dejaron de tocar, pero el único disco que hicieron creo que la mitad de las canciones que tenían eran cuyanas. Y ahí yo creo que fue mi introducción, de conocer esas guitarras que van como saltando, tin-tiri ri-tin-tin (tararea), y me acuerdo que ellos tenían dos guitarristas invitados en el disco. Uno que era más grande y otro más joven, y mi amigo me hacía notar la destreza y me decía “notá cómo ésta tiene un espíritu más cuyano”, el resto era como más melodioso, con notas más estiradas. Esa fue creo mi primera introducción al folklore cuyano, además de canciones que hablaban del vino. Después con Mercedes Sosa seguí escuchando cosas así, pero creo que mi verdadero amor con el folklore cuyano vino de la mano con Orozco-Barrientos, y de ahí conocer a Palorma, que ellos lo mencionan constantemente, Buenaventura Luna y otros más de la zona de Cuyo. Y también de ver por la tele, por ejemplo en el programa del Chango Spasiuk. Y las costumbres, que la música cuyana no es solo para ser tocada o escuchada, sino para compartir, las serenatas, el cogollo, la copa de vino, las dedicatorias que se hacen en cualquier canción como inspiración del momento. Esas cosas las conocí a través de la tele debo reconocerlo, no he tenido muchas vivencias con eso.

Si un niño está empezando a tocar la guitarra y le gusta el folklore, ¿qué le dirías?

Que tenga paciencia, porque yo cuando era chico también empecé a tocar la guitarra a los ocho años con un maestro que me enseñaba folklore folklore (enfatiza dos veces). Y yo lo odiaba, odiaba que me hiciera tocar esas canciones. Después me olvidé de todo, olvidé tocar la guitarra, olvidé esas canciones, aprendí solo, entré por el camino del rock y otros lados, y lo volví a descubrir de grande y me di cuenta que hay un mundo increíble.

¿Considerás que en los últimos años se ha vuelto a revalorizar el folklore? Como que hubo una época en que estuvo mal visto por parte de la juventud, o hasta era sinónimo de burlas escuchar este género. Y en los últimos años hemos visto que hay mucha juventud que ha vuelto, más allá de que pueda haber –nos pese o no- un fenómeno Soledad o Los Nocheros que lo haya atraído o hasta el mismo Chaqueño, pero hay muchos artistas que venían del rock que hoy están haciendo folklore. ¿Creés que hay una vuelta aunque sea a revalorizarlo, o que se le tiene más respeto?

Es que yo creo que hay algo muy importante justamente en esto que estabas mencionando. El músico también tiene una responsabilidad hacia su público, y un músico real tiene que conocer un poco todo, desde el rock y el folklore, respetar todo por más que guste o no, respetar y saber cuáles son las manifestaciones musicales que tenemos al alcance. Entonces cuando un músico de estos pasa del rock al folklore, ése músico es el que le está abriendo las puertas al público también, el que les está mostrando la ventana diciendo “miren chicos esto también, no se pierdan este mundo”. El público por ahí no tiene el deber de estar atento a todo lo que pasa, pero es que nadie se puso con él a hacerlo escuchar, a mostrarle que hay mundos increíbles. Mucho de eso que está pasando tiene que ver con que los músicos mismos que se han ganado el respeto o la admiración o la atención de la juventud con el rock –porque siempre es lo más fácil, por lo que fuere- una música de acceso más directo, volver y decirle “te traigo esto también, escuchá esto que es muy valioso”.

Está bueno como estrategia. El hecho de que Mercedes Sosa grabara con grandes del rock y hasta con René de Calle 13, es una estrategia muy buena para que los jóvenes que escuchan esa música se animen a escuchar otra cosa.

Claro. Vos fijate que todos estos a los que llamaba Mercedes Sosa tenían una gran admiración por ella, y no todo músico la tiene. Hay que comprender realmente todo lo que hay en ese mundo, hay una montaña de oro allí. Por ahí la gente tiene un prejuicio de antemano con el folklore y listo, le cierra la puerta. Quizá a Mercedes Sosa no le daban importancia, pero viene Spinetta o el de Calle 13 y dice “no, mirá, yo hice esto con la Negra Sosa, hay todo un mundo detrás”. Son abridores de puertas o de ventanas o aunque sea una rendija.

Bueno, vos nombraste como referentes a Yupanqui, a Violeta Parra, a Orozco-Barrientos…

Al Chango Spasiuk, y como yéndome atrás en el tiempo… para mí la fuente más rica de donde uno puede beber las aguas más claras de lo que queremos tomar musicalmente están siempre un poquito más atrás. Entonces yendo bien atrás uno agarra esta cosa en estado puro: Yupanqui, Parra, Zitarrosa, Simón Díaz, Chabuca Granda, y ahí ya hice un recorrido por América. Después de haber mamado bien eso, uno vuelve y se pone a ver el brillo y el color que ha tomado el agua con Orozco-Barrientos, con el Chango Spasiuk, Acá Seca Trío con Juan Quintero, Mariana Baraj también es muy interesante. Y después otros muy jóvenes que están tocando en Buenos Aires como Sofía Viola que está tomando cosas muy interesantes de aquí y de allá. Como yo, mis canciones muchas están más pegadas a la canción o al rock.

Ya salió Litoralísimo, ¿cuándo sale Cuyanísimo?

Tendría que volver para mamar más estas cosas de acá.

Queda el compromiso de volver a Mendoza.

Si señor, por supuesto. Pero me gustaría tener un buen guitarrista que me acompañe, aunque a mí me gusta buscar la simpleza en las canciones.

Julián Terán

Julián Terán

https://www.facebook.com/julian.teran.33 | http://julianteran.bandcamp.com/album/juli-n-ter-n

  Nota publicada en la edición de Febrero de 2014
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